Al inicio de nuestra era hubo un crecimiento nunca antes visto del
territorio mesoamericano, particularmente hacia el norte, sobre una amplia
franja que había sido dominada durante milenios por pueblos recolectores-cazadores.
Los límites fronterizos septentrionales que resultaron de esta expansión
corrían en forma paralela a los confines de la Mesoamérica del siglo xvI,
aunque 250 km más al norte. De acuerdo con Pedro Armillas, comenzaban en la
desembocadura del río Pánuco, en territorio tamaulipeco; subían por el río
Tamesí, abarcando la Sierra de Tamaulipas y la zona de Ocampo, en el mismo
estado; continuaban por los poblados de Guadalcázar, Peñasco y San Juan Sin
Agua, en San Luis Potosí; seguían por Ojo de Agua y Atotonilco, en Zacatecas, y
Antonio Amaro, Zape y Loma San Gabriel, en Durango, para concluir
aproximadamente en la desembocadura del río Mayo en Sonora Un número
considerable de sitios arqueológicos deja claro que la vida aldeana se había
arraigado por primera ocasión en esta vasta franja norteña entre el 1 el 100 dC
Las tendencias actuales apuntan hacia la última de las opciones:
diversas oleadas de emigrantes originadas en focos tan diversos como Capacha,
El Opeño y Chupícuaro en el Occidente, Zacatenco, Tlatilco y Cuicuilco en la
Cuenca de México, y algunos sitios de la costa del Golfo. Al respecto J.
Charles Kelley se inclina por flujos migratorios muy graduales. En contraste,
Pedro Armillas, Beatriz Branniff, Marie-Areti Hers y otros coinciden en que la
intrusión de los agricultores pudo haber sido súbita y tal vez provocada por
presiones demográficas o por el inicio de un periodo de mayor precipitación
pluvial generalizada que permitió la vida sedentaria en un territorio que se
caracterizaba por su aridez. Ante todas estas dudas, lo único cierto es que
para el siglo I dC ya demos hablar con propiedad de un área septentrional
mesoamericana, con un gran dinamismo que se mantendría hasta el siglo x. A
grandes rasgos, la forma de esta área Norte era semejante a la de una letra U,
ya que consistía en una franja que atravesaba la Mesa Central de orien- te a
poniente, con dos ramales que se prolongaban hacia el norte a lo largo de las
vertientes húmedas de la Sierra Madre Oriental y de la Oc cidental. De esta
manera el área puede dividirse en tres grandes zonas La primera es la franja
central, bautizada en la literatura arqueológica con el nombre de El Tunal
Grande. Comprende territorios contiguos de los actuales estados de Guanajuato,
San Luis Potosí, Zacatecas, Aguascalientes y Jalisco.
Gran parte de la mano de obra aldeana, antes dedicada por completo a la
agricultura, fue concentrada, cuando menos estacionalmente, en las duras
labores de construcción de edificios monumentales, de obras defensivas, de sistemas
de calzadas y de terrazas de cultivo. El trabajo colectivo también se destinó a
la minería.
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